En el mismo lugar donde hoy en día se encuentra la Biblioteca Nacional, se encontraba antiguamente un hermoso Palacio de estilo Francés e Italiano construido por la Familia Unzue. Como tantos otos palacios del Barrio de la Recoleta, su construcción data de finales del Siglo XIX, para ser mas exactos 1887, en aquellos años están eran las quintas que las ricas familias porteñas tenían en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires en las cuales solían quedarse durante los meses de primavera y verano para luego volver a la primavera Parisina y de esta forma escapar al duro invierno.
La familia Unzue vivía en el mas grande de los lujos, su palacio tenía grandes salones de baile, mobiliario francés, pisos de gres de estilo victoriano, un gran hall inspirado en el Salón de Hercules del Palacio de Versalles, chimeneas de bronce, arañas de cristal de bacarat y en su jardín, diseñado por el paisajista Carlos Thays, uno se podía encontrar con hermosas estatuas de marmol de carrara que adornaban todo la barranca que finalizaba en las aguas del Río de la Plata. Un detalle no menor es que todos los materiales eran traídos exclusivamente desde Europa.
En el año 1937, el Estado Nacional adquiere la casa para ser transformada en la Residencia Presidencial, pero el entonces presidente de la Nación Roberto Marcelo Ortiz, eligió seguir ocupando la antigua residencia ubicada en la calle Suipacha al 1034. El primer y único Presidente que habitó la casa fue Juan Domingo Perón junto a su esposa Eva Duarte de Perón entre los años 1943 y 1955 hasta su demolición en 1956.
Pero y Evita hicieron de este palacete francés su hogar, lo refaccionaron y en el mismo instalaron su residencia particular, allí tenían ademas de los salones de recepción, sus despachos, habitaciones y era el lugar donde solían hacer cesiones fotográficas, recibir a embajadores, militares y niños o personas mayores a las cuales se les entregaban regalos para la Navidad o alguna herramienta para sus trabajos. Otro sector de la casa había sido destinado para el Regimiento de Granaderos, encargados de la custodia del mandatario e instalaciones los vehiculos de uso oficial.
Fue en este mismo lugar donde Eva Perón falleciera victima de un cancer de utero el 26 de Julio de 1952, y donde alguien escribiera en sus paredes «viva el cancer», como si su muerte significara el fin de un mito que recién estaba comenzando a nacer. Al morir Eva, la residencia se transformo en un punto de peregrinación para los miles de Peronistas que llegaban hasta la misma dejando ofrendas florales, velas o algún mensaje para su Santa Evita, y es debido a esto que luego del derrocamiento del General Perón en 1956 los militares deciden tirar abajo la residencia y borrar todos los símbolos peronistas del resto del país, llegando hasta prohibir la participación de los peronistas en las elecciones y destruyendo cualquier tipo de obra que se haya efectuado durante su gobierno.
En su lugar, años mas tarde se construiría la Biblioteca Nacional obra del famoso arquitecto Clorindo Testa, quien priorizo utilizar materiales como hormigón armado y vidrio que nada tenían que ver con la antigua construcción de la Quinta Unzue.
Hoy de aquella Mansión ya nada queda, en una investigación realizada por el Blog «miradaatenta» se pudo saber que las estatuas que adornaban el parque fueron trasladadas al Parque Lezama, mientras que la chimenea que se encontraba en el despacho del presidente actualmente se encuentra en la quinta presidencial de Olivos. El resto de las materiales así como vestidos y joyas de Eva Perón fueron destruidos, vendidos o desaparecieron.